lunes, abril 28, 2008

ACTUALIDAD: UNA REVISTA DE LIVERPOOL CRITICA LA GESTIÓN DE JESÚS GIL

"Cuando el Atlético de Madrid ganó aquel doblete de 1996, con los títulos del Campeonato de Liga y la Copa del Rey, Jesús Gil, el polémico presidente del club, lo celebró dándose una vuelta por el Vicente Calderón a lomos de un elefante. Resultó una elección bastante apropiada, teniendo en cuenta que el mismo Gil era un Elefante Blanco del fútbol. Nunca alejado de los juzgados o de las polémicas, el antiguo alcalde de Marbella era tan excéntrico, que otros líderes autócratas parecerían comedidos a su lado. Después de todo, llamó Furia al cocodrilo que tenía como mascota. Después de su muerte, en el 2004, The Guardian hizo notar que Gil, un hombre que usaba tallas bastante grandes, “devoraba entrenadores como desayuno”.

“Gil impuso condiciones draconianas a sus entrenadores: 1. Tenían que acordar la confección de la plantilla con el presidente; 2. Gil podía acceder al vestuario antes, durante y después de los partidos, para dar instrucciones; 3. Las consideraciones económicas y financieras estaban por encima de las técnicas y tácticas: así que, si un jugador insistía en ampliar su contrato, sería relegado al ostracismo del banquillo, sustituido idealmente por alguien más joven; 4. Todas las críticas del presidente debían ser aceptadas por el entrenador; 5. El entrenador debía desempeñar el papel de detective privado, vigilando a los jugadores por las noches; 6. Cuando el presidente estuviera ausente, el entrenador debía seguir las órdenes del secretario técnico (apodado “el espía”); 7. El entrenador no debía tomar parte en la política de traspasos; 8. El presidente tenía absoluta jurisdicción sobre el estado de forma de los jugadores, con independencia de lo que opinasen el entrenador y el preparador físico.”

La intolerancia de Gil al fracaso era despiadada. En 15 años, entraron y salieron del Vicente Calderón hasta 14 entrenadores; y el club se jactaba de haber tenido 6 técnicos solamente en 1993. Entre los que atravesaron las revueltas puertas de la oficina de Gil, estaban el entrenador de la Argentina campeona del Mundo, César Menotti; dos italianos como Arrigo Sacchi y Claudio Ranieri; y, por supuesto, Ron Atkinson. (...)

Si no hubiera sido por Gil y un antiguo jugador del Luton Town, cuyo gol descendió al Manchester City en 1984, (...) todo hubiera sido muy diferente. En verano de 1995, Radomir Antic fue el último beneficiado del ritmo frenético de los despachos del Atlético de Madrid. No había muchas expectativas de éxito, a pesar de que la plantilla contaba con jugadores como José Luis Caminero, Lubo Penev, Diego Simeone, Milinko Pantic y Kiko, el ídolo de la infancia de Torres. Pero, hacia finales de mayo, los hombres de Antic, después de derrotar al Barcelona, que había ganado el título de la Liga en las seis temporadas anteriores, terminaron llevándose el campeonato, por primera vez en 19 años.

Esta hazaña fue un momento glorioso para el club. Mientras que el mayor logro del Atlético en dos décadas habían sido dos segundos puestos, su eterno rival, el Real Madrid, haciendo gala de su tradicional espíritu triunfador, había ganando la Liga nueve veces, cinco de ellas consecutivas a mediados de los 80.

A pesar de este triunfo, los métodos de Gil con respecto a la rotación de entrenadores no cambiaron; y aunque Antic sobrevivió tres temporadas en el cargo, fue sustituido eventualmente en 1998 por Arrigo Sacchi. Aunque volvió en 1999, fue despedido unos meses más tarde a favor de Claudio Rainieri.

Las actuaciones de Gil, y, sobre todo, su cruel actitud hacia la continuidad de los hombres que contrataba, hubieran provocado el rechazo de la afición en Inglaterra; pero en el Atlético, un club que glorifica la no conformidad, era la encarnación de los sueños de cada aficionado. “Con mi popularidad”, dijo una vez a los periodistas, “podría ser Dios”.

Después de 1996, las grandes inversiones en estrellas como Christian Vieri, Juninho y Jimmy Floyd Hasselbaink, tuvieron resultados desastrosos; y en el verano de 2000, a pesar de alcanzar la final de la Copa del Rey , el Atlético descendió a Segunda División, por primera vez desde 1930. Gil prometió a la frustrada afición un magnífico retorno a la élite en apenas una temporada. Durante aquel largo verano, las carteleras que rodeaban Madrid presentaban posters titulados “Manchester United y Milan han estado allí abajo también”, con un retrato de Kiko sobre un balón de fuego, y el eslogan “Atlético de Madrid: vamos a hacer que sólo sea un añito en el Infierno”.

38.000 aficionados tragaron con el discurso, y pagaron el abono de la temporada; fue la mayor cifra de abonados en 13 años, con 14.000 más que en las anteriores. “Esto es un fenómeno social”, dijo Gil, “con un apoyo como éste, debemos seguir adelante”.

Sin embargo, el entrenador, Fernando Zambrano, tenía otras ideas: “No debemos descentrarnos. Si queremos ascender, tenemos que mirarnos en el espejo cada mañana y repetir: Somos un equipo de Segunda División, somos un equipo de Segunda División, somos un equipo de Segunda División...” El presidente tomó el control, y Gil lo reemplazó por Luis Fernández, que sería su entrenador número 24 en 13 años. “Mi nombre es Jesús Gil, no Jesucristo”, explicaba, “pero puedo hacer milagros”.

Pero las actuaciones del Atlético eran lamentables; y, pasado un cuarto de la temporada, parecía más cerca de un nuevo descenso, que de regresar a Primera...."

3 comentarios:

Billie dijo...

Totalmente de acuerdo con la revista inglesa pero ya es un poco tarde para esto. Ahora hay que ir a por su hijo y Cerezo que dan tanto juego o más que el difunto. Saludos.

KiKoGoL dijo...

Manda huevos que se critique mas la gestion de estos indirigentes desde el extranjero que desde nuestro pais...

Un saludo, te añado a mis Recomendados. ;)

Jose A. García dijo...

Pues como bien dice kikogol, manda huevos.

La prensa española es penosa y no entiendo como Cerezo y Gilmar salen impunes de tanta derrota.